Hay expresiones que no les damos su verdadero significado hasta que padecemos su significado en primera persona, y una de ellas es aplicable estos días: de vuelta a la normalidad.
Eso de la “nueva normalidad” no pasa de ser una reiteración sin mucho sentido, por decirlo muy suavemente, y desde este lunes se va volviendo a lo que había sido antes de que se declarase el estado de alarma. Han sido cien días muy duros para todo el mundo sin excepción. Gente que ha padecido la enfermedad o que ha perdido a seres queridos a causa de este virus que tanto daño ha hecho. Quien más quien menos ha visto seriamente alterado su quehacer diario, que ha afectado a todas sus relaciones: familiares, laborales, sanitarias…. Qué vamos a decir que cualquiera de los lectores no sepa en primera persona. Desde nuestra modesta posición solo podemos enviar un fuerte abrazo a todas las personas que han padecido la enfermedad, a quienes han perdido familiares o amigos, a quienes han visto alterada su situación personal o laboral. Y un mensaje de profundo agradecimiento a todos los colectivos profesionales que durante este tiempo se han dejado la piel, y algunos hasta la vida, ayudando a los enfermos, afectados y perjudicados. No hay aplauso suficientemente grande para reconocerlo como merece.
Pero que volvamos a la normalidad no significa que todo sea como antes, como si nada hubiera pasado. Sería una grave irresponsabilidad pensarlo. Que la movilidad ahora es mucho más amplia es cierto; que nos podemos reunir con más gente también es así. Pero no nos dejemos llevar por la euforia. Es muy comprensible que después de tanto tiempo sin poder relacionarnos con muchos seres queridos tengamos la necesidad de recuperar el tiempo, pero debemos mantener la cautela que la autoridad sanitaria nos aconseja. Aunque sea molesta, la mascarilla debe ser una más de nuestras acompañantes diarias, y cuantos consejos recibamos deberíamos prestarles atención. No sea que llevados por un exceso de euforia volvamos a caer en alerta sanitaria.
Nuestro mensaje, en suma, es de apoyo a los que han sufrido pérdidas humanas; nuestro agradecimiento a quienes han luchado contra la enfermedad; y una llamada a la sensatez general para mantener la prudencia. Se está ganando la batalla, pero la guerra continua.
